Necia… Se enamoró de la persona equivocada.
Se enamoró a sabiendas de que le destrozaría la vida.
“Es un amor inconcebible”, decía ella.
Pero casi como un hechizo, se enamoró perdidamente.
A Monstruo le mataba su monstruosidad.
Le mataba lentamente.
Ambos sabían como terminaría todo,
y él le pedía por favor que se marchara.
Ella no marcharía, se quedaría hasta el final.
Pasaron tan solo 3 meses y Monstruo yacía sin fuerzas.
Sin poder siquiera tocarse, ella le acompañaba todos los días.

Aún duró bastante tiempo así.
Monstruo vivía porque ella le daba la vida.
Pero eso no era vida para nadie, un amor monstruoso.
Un final que costó asimilar.
Monstruo le pidió a ella que terminara con todo.
Decía que no soportaba el dolor físico,
aunque lo que no soportaba era verla así.
Desde aquel día, ella nunca más volvió a dormir.
Pasaron unos días hasta que dieron el paso.
Él descansó y ella se arrepintió toda su vida.
Se arrepintió de haberse entregado a él.
Se arrepintió incluso de haberle conocido,
de quedarse a dormir aquella primera noche.
De lo poco que le quedó fue haber demostrado lo inconcebible.
Demostró que ese amor sí era concebible.