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Escuché por primera vez sobre este mecanismo mental en un texto de mi amigo Carles García-Vitoria, esta edición va por él.
El mecanismo de la Adaptación hedónica describe cómo alguien que ha ganado la lotería, o que ha podido perder una pierna en un accidente, vuelve a su estado emocional habitual al poco tiempo después.
Podemos decir que la Adaptación hedónica es la tendencia que tiene el ser humano de volver a un nivel estable de placer y felicidad, a pesar de los eventos tanto positivos como negativos, que va experimentando. Más ejemplos:
- Te compras el coche con el que llevabas meses soñando
- Te quedas sin visión debido a un accidente laboral
- Te mudas de ciudad con la ilusión de volver a empezar
- Pierdes a tu mascota debido a una enfermedad
Por muy intensas que puedan ser estas experiencias, al final te adaptas y se desvanecen los picos emocionales de cada caso.
Para asimilar este proceso es preciso entender que nuestro cerebro procesa el dolor y el placer en el mismo sitio y que, además, el dolor y el placer están en constante balanceo. Nuestro cerebro siempre tenderá a encontrar el equilibrio entre el dolor y el placer, por lo que ningún estado emocional es permanente.
Sin este mecanismo, sencillamente no diferenciaríamos entre el placer y el dolor. Para que exista uno tiene que existir el otro, como el bien y el mal (dualismo).
El concepto de Adaptación hedónica está íntimamente relacionado con las adicciones y consumos. La habituación hedónica a cierta cosa que ya hemos experimentado, nos llevará a disfrutarla cada vez en menor medida. Solo conseguiremos aumentar el placer aumentando la experiencia en cantidad y/o tiempo, o modificándola.
Más adelante, veremos por qué cuando practicamos un deporte extremo pasamos por una fase de miedo y tensión extrema, y por una segunda fase de euforia. Este proceso se conoce como Reversión hedónica, aunque científicamente se describe como La Teoría del Proceso Oponente.